No hay límites
hacia lo infinito,
el tiempo es ínfimo,
masivas distancias
en el enorme vacío.
Todo tiene su ritmo,
en su órbita se mueve
en perfectos círculos;
es su circunferencia
algo ya predicho.
Vamos hacia el abismo,
la nada de lo expansivo,
aislados en la gravedad
de la materia oscura
que une, separa lo mismo.
Por eso todo lo que vemos
es apenas un leve reflejo
de un estado de la materia
que aún no comprendemos,
quizás nunca lo sabremos.
Eso se llama misterio,
es lo que nos hace eternos,
darnos cuenta de que todo
está hecho de lo mismo;
de átomos peregrinos.
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