miércoles, 5 de enero de 2022

SIESTA

No soy nadie;
de ninguna manera
puedo con la existencia
diaria de quien sonríe,
llora y sigue su senda.

Me pierdo a menudo
en las calles desiertas
del pueblo abandonado
de mis pocas creencias,
en mi negligencia.

Te miro silente
como quien contempla
una muy lejana estrella
de un cielo que antes
fue una promesa.

Cierro los libros
donde mucho me admiro
de esa eternidad tuya
de hojas amarillas
y café a la siesta.

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