El amanecer es mi cuna,
renazco cada nuevo día
de cenizas nocturnas.
Mis ojos se abren grandes
en las mañanas taciturnas;
escucho cantar a las aves,
su melodía me inunda.
Salgo a la calle sonriendo
porque todo es esperanza;
quien sabe que me depara
el destino que me acompaña.
Todo es posible siempre
porque todo se renueva,
aunque cargue con recuerdos,
con algunas secuelas.
Con algunas lágrimas secas,
con una sonrisa quebrada,
con pensamientos oscuros
como una indeleble marca.
Con tantas promesas
que quizás fueron olvidadas
como aquellos proyectos
caídos cual hojas blancas.
Todo tiene un sentido
cuando se medita con calma,
cuando pasa el tiempo,
se toma medida distancia.
El día siempre termina,
la noche siempre regresa,
con ella esta melancolía
de no querer nada.
La noche me sorprende
guardando con cuidado
los restos de mi alma.
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