¿Por qué será acaso
que en inviernos siempre
la puerta del colectivo
de atrás queda abierta?
¿Alguna especie de complot
entre choferes y farmacias
funestas que pretenden
vender tafiroles sin receta?
¿O será que aman el frío
de las mañanas oscuras
y dejan entrar el viento
que todo lo congela?
Llego helado al trabajo
pensando esos dilemas;
he sobrevivido abrigado
a esa aventura extrema.
miércoles, 20 de agosto de 2014
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