Digo tu nombre
como un mantra,
lo reservo en mis labios
cual mejor palabra.
Lo uso como sortilegio
cuando me haces falta,
cuando la noche es eterna
y el día no da revancha.
Lo preservo del frío
de olvido que arrebata
las memorias queridas,
pues nunca deja nada.
Lo llevo conmigo
al borde de mis labios
para que sea el sonido
de todo lo que se ama.
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