Me olvidas,
cada noche, cada día,
cada semana perdida.
Cada mirada
que se esquiva
de fotos amarillas.
En las manecillas
quebradas de un reloj
que nadie mira.
Cada nuevo año
queda mi copa vacía,
sin brindis, ni vida.
Me olvidas,
sin que te importe,
sin consignas.
Sin nada más acaso
que le misma rutina
de las despedidas.
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