A veces la vida se parece la muerte,
es como un invierno que no termina.
o una primavera que no sucede.
Un leve retoño que nunca florece
se queda dormido en un sueño infinito
como las estrellas de un cielo inerte.
Una mirada que no me mira,
unas manos que no me acarician,
unos labios que no me besan.
Unas cuantas palabras sencillas
que ya no menciono en estos días,
que callo porque están perdidas.
El tiempo pasa y nos cansamos
del viento, de la lluvia, del fracaso,
de esperar en vano un cambio.
Todos tenemos esos dilemas trágicos,
pero vale la pena cada segundo
de felicidad que atesoramos.
Porque será sólo eso lo que dejamos,
será sólo eso lo que nos llevamos
hacia la nada misma del ocaso.
miércoles, 22 de febrero de 2012
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