Jamás vi la nieve
caer desde el cielo,
esos blancos copos leves
derretirse en mis sienes.
Tampoco sentí ese frío
que cala hasta el alma,
ni disfrutado de la brisa
fresca de cada mañana.
Pero he andado entre nubes,
he sido parte de un cielo
que jamás, nunca se acaba,
como perpetuos sueños.
He navegado los océanos
de la imaginación sin anclas,
volado con las mágicas hadas
por las estrellas iluminadas.
Soñé contigo cada día,
con sus noches nostálgicas;
esa sonrisa que ha sido mía
como mía es la esperanza.
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