Tu nombre lleva un secreto
el cual leo en tu mirada;
es una profunda herida
que el tiempo no calma.
Cada palabra amerita
para sí mis palabras;
pensarte cada día
con toda tu magia.
En tus cabellos oscuros,
largos, cubren tu espalda,
recorren trémulos mis dedos
el camino de mis ansias.
Pero me detengo, te abrazo
con dulzura y fuerza mansa;
lloras a veces, comprendo,
eres delicada como el agua.
Por eso bebo sediento
los minutos que me acompañas;
el tiempo es irredento y huye
hacia el destino de la nada.
jueves, 6 de septiembre de 2012
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