nos separan de todo,
así vivimos aislados
de nuestro entorno.
Felices en las directrices
del universo que se mide
en unas pocas hectáreas
de parcelas muy grises.
Ajenos a los eventos
del mundo cotidiano
nos damos la mano
en canciones felices.
Caminamos despacio
las sendas de siempre,
aunque a nada llevan
aquello nos divierte.
Leemos los poemas
de esos poetas esfinges
en los altares de piedra
sin sacrificios o matices.
Vestimos todos iguales
en una negación de la moda
cuando la moda se erige
como una regla punible.
No morimos nunca,
sin ser eternos realmente,
conocemos el sortilegio
de clonar pensamientos.
Así formamos esto,
esta sociedad selecta,
sin darnos jamás cuenta
que es todo es un cuento.
Una especie de experimento
de un dios extraño y perverso
que juega con sus pequeños
muñecos sin sentimientos.
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