Hubo un tiempo
y un espacio,
otro lugar lejano,
otro universo.
En esa realidad
podíamos vernos,
ser más que apenas
sombras en un espejo.
Más que espectros
de materia oscura
extraños en átomos
cargados de misterio.
Vivíamos juntos,
cada día era eterno,
la felicidad cotidiana
brillaba en el cielo.
Pero así siempre pasa,
se expande y encoje
lo que llamamos universo,
renace todo de nuevo.
Se forman muchas estrellas
con fórmulas asimétricas
a las que dejamos lejos
en otras materias primas.
En otras sonrisas,
gestos tan desconocidos
para nosotros ahora
seres viejos pero nuevos.
Bosquejos de energía
que oscilan su paradigma
a la eventual consigna
de su horizonte de eventos.
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