Más no escribo,
me harta la palabra,
la metáfora quebrada,
la cifra exacta.
También la asimetría
de esa libre poesía
que se burla de las medidas,
parece un cuento roto.
Un silencio, una caída,
una paloma blanca
en cielos de noches
que no tienen medida.
Un pedazo de algo
llamado, creo, melancolía;
la tibieza siempre fría,
frase hecha a medida.
Todo ha sido ya dicho
por algunos grandes talentos
o por simples remedos
en otros lejanos tiempos.
Importa más la forma
que el propio contenido,
pues como he dicho
es más de lo mismo.
Mis pobres argumentos
caen siempre deshechos
ante sonoros declamadores
que exigen fluidez e intelecto.
Por eso prefiero el silencio;
que un suave susurro apenas
sean todos los hechos
narrados como pueda.
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