Alimentas las musas
que vuelan sobre esta casa.
Como inciertos fantasmas
recorren los oscuros rincones
lúgubres, fríos y sin alma,
de las habitaciones cerradas.
No quiero que el sol queme
las rosas secas en las ventanas,
ni que su luz contamine las sombras
que son recuerdos que guardan.
El jardín quedo como antes
de que tú lo cuidaras, esperando
del rocío leve, abrigo siempre suave
de tus hermosas manos delicadas.
Escribo así todos mis poemas
en esta soledad que se hace grande;
cada palabra, cada letra evoca
lo mucho que alguna vez me amaste.
viernes, 15 de agosto de 2008
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