Eres parte de esta vida,
como el sol en las tardes;
tu luz y tu color le atañe
a todo el mundo que se ilumina.
En las noches eres la brisa
que sopla del sur muy tímida,
acariciando las blancas cortinas
de las ventanas adormecidas.
Cada hora que pasa es la misma
hora que pasó contigo, a tu lado,
como una delicada mariposa
de la cual no nos enteramos.
Pero vuela largas distancias
en cielos muchas veces lejanos,
con densos nubarrones de tormenta
y vientos que arrasan lo amado.
Su fuerza es la dulce belleza
de ser efímera, de ser eterna,
de ser una metáfora de las cosas
siempre, casi siempre, buenas.
Por eso estás en esta vida,
en este poema, en estas rimas,
quien sabe, quizás un día, leas
apenas un verso y comprendas
que nunca olvidé tu sonrisa.
miércoles, 27 de agosto de 2008
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