La razón del olvido
es perder el tiempo,
dejar pasar los días
en hondo silencio.
Permitir a la rutina
ser el timón funesto
bajo la fría brújula
del hastío incierto.
Navegar en el desierto
como una estrella caída
sin rumbo fijo definido,
con destino perverso.
Pero es inevitable
muchas veces esto,
se pierde en el aire
lo prometido al viento.
Nos quedamos sin aliento,
cansados de caminar vacíos
con el extraño desconsuelo
de morir sin quererlo.
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