No vuelo,
carezco de alas,
como un ave de esas
que corren solitarias.
En parte prisionero
del suelo donde piso,
lejano de ese cielo
que silente miro.
Aunque camino
despacio, sin prisas,
la senda está escrita,
punto de partida.
Elevarme no necesito
porque allá arriba
no está permitido
improvisar destinos.
Las manos abiertas
no eluden el abismo,
la caída es eterna
pero aún existo.
miércoles, 2 de marzo de 2016
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