Carezco de estrofas,
de locas metáforas,
esa vaga elegancia
de la poesía señora.
Una elegía compleja
simple en apariencia,
como si fuera una gota
de vino en una mesa.
O el paisaje lejano
que cabe en la mano
de nuestras pocas ideas,
de la conciencia toda.
Poseo algunos dones,
unos pesares y labores,
unas pocas monedas,
para pagar errores.
Poseo la memoria
de todo lo no sucedido,
de todo eso perdido
como un raro castigo.
Como un destino
que sigo sin desearlo,
ese invierno interno
que mata despacio.
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