Tuve el milagro
de un pequeño sueño
donde todo era bueno,
todo era eterno.
Un universo distinto
con reglas novedosas,
físicas que no concibo
en este momento.
Recuerdo apenas
la felicidad suprema
de sentirme en parte
un ser perfecto.
No había errores,
ni un solo sufrimiento;
tal vez era el paraíso
de los evangelios.
No lo sabré nunca,
por lo menos por ahora;
al menos en esta tierra
donde nada me asombra.
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