Te busqué y no estabas,
fui a esa misma casa, ese lugar,
el mismo cielo, la misma brisa,
el mismo barrio, esa plaza.
Alejado del tiempo oscuro
que todo siempre marca
con sus cegadoras garras
que el corazón desgarran.
Arruinan la memoria
dejando apenas escombros
de viejos paraísos hermosos,
hoy desiertos sin propósito.
Ahí encontré una señora
que me miraba sorprendida,
algo familiar en la mirada
pero no te encontraba.
Me fui despacio
y al verme en el espejo
de una vidriera abandonada,
no era yo, ese, no,
no era el que te amaba.
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