Esa noche vimos
todo lo que vendría,
por eso decidimos
seguir en la cornisa.
En ese borde abismo
donde todo se precipita,
esa infinita caída libre
desde la alta cima.
Al borde de todo,
en este mundo de cifras,
de frías matemáticas,
absurdas estadísticas.
Preferimos ser locos,
que ponernos la máscara
de la sensatez absurda
de una vida sin nada.
Más que cosas materiales
pero carentes de toda alma;
no quisimos vaciarnos
cual cántaro que se derrama.
Nos quedamos en el lado
para ambos más apropiado;
que el mundo juzgue y dicte
su sentencia que acatamos.
Si juntos siempre pudimos
llegar demasiado alto,
ahí mismo donde nadie
nunca antes ha llegado.
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