no sé bien de donde,
un largo camino recorre
hasta posarse en las ramas
de árboles sin flores.
Algunas hojas secas
temprano se desprenden,
vuelan errantes al cielo
sin un permiso de vuelo
ni destino certero.
Lovizna parejo siempre
como si fuera una rutina
de gotas muy finitas
que calan en la piel
cual frías espinas.
Por ahí te veo en la niebla,
casi flotando, casi certera,
casi un sueño, casi cierta;
vienes depacio a mi lado
este lado que espera.
Este lado que no se resigna
a ponerle la última firma
a esos papeles borrados
donde asumo la sentencia
de perderte en mi vida.
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