Te leo, no digo nada,
me quedo en silencio
bajo la sombra clara
de tus palabras.
Anoto a veces
algunas frases tuyas
como consejos de vida,
gotas de sabiduría.
Recito en la brisa
de cada fresca mañana
unos versos de esos
nacidos de tu alma.
Para conjurar el día
con su dulce nostalgia,
con sus hojas secas,
sus nubes lejanas.
Sus tardes eternas,
donde todo tiene magia,
cada hora un recuerdo,
cada recuerdo tu mirada.
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