No puedo redactar mucho,
mis palabras son muy pocas,
toscas, leves, en partes rotas;
lo cual me complica mucho
escribir con precisas notas.
Pero hago el leve intento
dentro de lo endecasílabo,
dentro de ese largo ritmo
donde todo lo que digo
simula un relato digno.
Podría hacer mención alguna
de la palidez romántica de la luna
en las noches donde se vislumbra
la elegía de los amorosos sueños
de todos los albures perpetuos.
Caigo en lugares comunes,
y por hacer versos más largos
coloco insignes adjetivos raros
luego de pobres sustantivos
que parecen pedir auxilio.
Un métrica a lo griego antiguo
donde se determina el ritmo
dentro del verso prístino,
cada estrofa tiene sentido
si tiene vaivenes en signos.
Ni mencionar a las rimas
que se tornan caprichosas,
peregrinas entre las hojas,
entre todo este semantismo
de juglar incomprendido.
El tiempo no tiene acaso
más remedio que hacerse largo,
que estirarse hasta el hartazgo
para cerrarse sobre sí mismo
cual imploción y signo.
Se respira muy profundo
antes de leer despacio esto,
para no caer en verbal desmedro
y parecer un neófito subalterno
de modismos totalmente ajenos.
Si pudiera, y eso mucho lo siento,
me gustaría dedicarle versos
a temas muy profundos, serios,
el amor, la vida, el mismo tiempo
que me lleva hacer esto.
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