Todos recordamos el pasado,
tenemos ese gesto de nostalgia,
esa sensación muy extraña
de que todo fue mejor antes.
Los días, sus madrugadas,
las noches y lo que hicimos
con las estrellas testigos
de esa felicidad lejana.
Escuchamos las canciones
de décadas muy distantes,
atesoramos cuales diamantes
esos sentimientos perdidos.
Esa mirada, ese olvido,
esa sonrisa, algunas palabras,
llanto y risas son invaluables
para la poesía diaria.
Para la agonía cotidiana
de saber que poco resta
en el camino de la vida,
dejamos atrás esquirlas.
Retazos unidos con torpeza
por la manos poco diestras
de nuestra memoria vieja
que engaña la conciencia.
Por eso mismo miramos
emocionados al pasado,
a eso que no regresa
a ese sol apagado.
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