Mejor calma,
me quedo en la cama,
sin salir a la calle,
ni saber más nada.
Aunque el año sea
otro número que marca
los calendarios amargos,
nada nunca cambia.
La rutina misma
de novedad se disfraza
nos hace creer a todos
que debemos esperarla.
Con brazos abiertos,
con una nueva esperanza,
con una copa de sueños
que ahora si, se alcanzan.
Seremos los mismos,
acaso, oscuros fantasmas
que representan una obra,
una elaborada farsa.
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