Puedo verte
allí, en la nada,
en las planicies
extensas, olvidadas.
De lejos vienes
casi desdibujada
por el viento tibio
de la tarde desolada.
Sonríes y me abrazas
casi como la nostalgia
de tiempos mejores,
de dulces palabras.
De grandes esperanzas,
de planes y una vida
que parecía la medida
de toda una dicha.
Ahora somos ambos
lo que queda apenas,
los retazos y esquirlas
de personas buenas.
Las sombras vacías
que dejaron los días
de luchas e ironías
del destino a ciegas.
Ahora somos acaso
lo que nunca quisimos,
pero en el fondo sabemos
que somos los mismos.
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