Imposible lo posible,
esa es la simple idea,
no es fácil, no cualquiera,
no todos pueden siempre
con semejante empresa.
A decir verdad es natural
que así siempre suceda,
y aunque no parezca
uno se acostumbra
a perder estrellas.
A dejar la luna
arriba de la mesa
en las noches hermosas
para iluminar las sendas
de los sueños que llegan.
A llevar duras piedras
en vez de doradas monedas
para arrojar a la fuente
que los deseos cumple
al rogarle a ella.
A salir sin paraguas
cuando la lluvia arrecia,
a tropezar con piedras
que todos esquivan,
ser, en definitiva,
una secuencia.
O consecuencia digna
de una metáfora perdida,
de alguna frase olvidada,
o una extraña sonrisa
similar a una mueca.
Pero aquí sigo,
con esta suerte perversa
dando pelea a diario
con las manos abiertas
de quien algo espera.
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