¿Qué aplaudimos
encerrados en casa?
¿A la noche amarga
que nos ampara?
¿A la mediocre causa
de no hacer nada?
Nos sentimos bien
siendo de la manada,
ese grupo selecto
de necedad nefasta.
Nos cubrimos el alma
de noticias falsas,
presagios terribles
de cosas que no pasan.
¿Por qué todos
sonamos la alarma?
¿Nos aferramos a ilusiones
o esperamos con nostalgia?
¿Somos egoístas siempre
o ahora eso se destaca?
Nadie sabe las respuestas
porque el miedo se sustenta
en las imágenes lejanas
de un cielo sin estrellas.
Un mundo que respira
el aire mismo que castiga
todas las afrentas hechas
por nuestra existencia.
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