Será porque no veo
que he aprendido
a escuchar el silencio,
recorrer con los dedos
los bordes del tiempo.
A respirar las voces,
unirlas con mi alma,
hacerlas parte mía
cada vida que pasa.
Descubrir la mentira
que una sonrisa tapa
cual torpe máscara
que desfigura la cara.
Ver de lejos los soles
de una mirada iluminada
por la simple alegría
de saber un mañana.
La oscura desidia
de quienes tienen todo
y en el fondo olvidan
que no vale de nada.
La ternura del niño
que es dicha ufana,
esa inocencia vale oro
entre la maldad humana.
El amor narrado
por los cuentos de hadas,
la crueldad del mundo
pesa en mi espalda.
Puedo abrir los ojos
acaso con una lágrima
que purifica apenas
ojos cuales extrañas
metáforas imaginarias.
miércoles, 23 de diciembre de 2020
IMAGINARIAS
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