Soy de los que esperan
la llegada de cada primavera
con la ilusión de que regresen
las flores aquellas.
Las mismas que un día
me acompañaron en la deriva
de los momentos de mi vida
bajo la brisa que todo se lleva.
Pero nunca las encuentro
en los jardines inciertos
de la memoria que miente
como miente el silencio.
Nunca las veo salvo copias,
amargas flores marchitas
que simulan ser las mismas
que tenían tanta belleza.
Las que amé no regresan,
las que quise están muertas
como las leves esperanzas
de ser quien no era.
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