La flor inmaculada
se mancha de amaneceres;
el sol pinta de amarillo
sus pétalos recientes.
La brisa sopla inocente,
acaricia su cuerpo delicado,
la mece como a un niño
que de noche no duerme.
Ella cree que es eterna,
que su belleza no termina,
que son perpetuos sus días
y feliz con eso se siente.
Pero pronto la muerte
vendrá como viene siempre,
solapada en las tinieblas
de la nada indiferente.
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