Tengo palabras cansadas,
viejas, aturdidas, solitarias,
palabras que no dicen nada,
en apariencia poco claras.
En mis poemas se deslizan
como rocas de la montaña
golpean donde más duele
porque son duras y afiladas.
Me lastiman cuando las leo,
cuando en su aparente velo
de inocencia y tosca ironía
veo cosas que no veía.
Significados que me negaba
con el empeño de que se vallan,
pero es inevitable el encuentro
ante ese espejo sin manchas.
Ese reflejo que sólo yo veo
y que nadie más a ver alcanza
es como un castigo del cielo,
un alto precio por nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario