Quien diría que se iría,
nadie sabía el futuro;
menos yo, inseguro.
Menos yo que esperaba
de la vida una respuesta
ante tanta desidia.
Pero me quedé en silencio
añorando lo que no tengo,
como una ironía.
Por suerte poseo la valía
de seguir caminando
sin mirar el pasado.
Sin dejar nunca de lado
esa esperanza que me cobija
el alma del frío ocaso.
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