Nada,
ese es mi destino;
mirar el cielo celeste,
con el pesar de quien siente
que siempre ha pedido.
Resisto con mis dones
inútiles en este universo;
mis poemas son leves
como las gotas del rocío
cada mañana de invierno.
Cada lucha se pierde
por albures malditos;
pero jamás me aflijo
porque soy tan fuerte
como necio si me obligo.
Quien sabe si la suerte
acaso quepa en mis manos;
pueda soñar como todos,
eso que muchos lograron
eso donde siempre fracaso.
miércoles, 23 de octubre de 2013
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