No eras quien quería,
tampoco fui lo que deseas;
no dimos la talla en la agonía
de todas nuestras quimeras.
Es así que llegamos
a odiarnos con sutileza;
fuimos el uno para el otro
una burla a la franqueza.
Decíamos sin querer acaso
palabras y frases agresivas,
poco a poco así socavamos
las esperanzas ya perdidas.
Nos alejamos cansados
sin remordimiento alguno
el uno del otro por su lado
como seres taciturnos.
Por eso ahora quedamos
en estos términos oscuros;
para ti soy casi un intruso,
para mí un malestar brusco.
Una luna que no duerme
en los días donde busco
divisar esa vieja estrella
de un cielo profundo.
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