Casandra predice
cosas que nadie cree,
sus palabras invisibles
no pueden vencer.
El destino va a cumplirse;
siempre las moiras pueden
por más oráculos exactos
que señalen la suerte.
Ella pregona y grita
advirtiendo consecuencias
precipitadas por decisiones
que a nadie le interesan.
Yo tampoco la escucho,
no puedo creer vaticinios
y me arrojo ciego al destino
como si fuera un abismo.
Casandra me mira lejana
sabiendo lo que me espera,
esta vez permanece callada,
esta vez no tiene respuestas.
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