Esta extraña noche
las horas son inmunes
a la llegada del día
donde todo concluye.
Donde comienza
la gastada rutina
de olvidarte todavía,
dejarte en una nube.
Esperar la lluvia
que todo lo consume;
caes en gotas pequeñas
que silenciosas fluyen.
Te estrellas apenas
en las calles desiertas,
sobre frías ventanas
dejas tu leve huella.
Estás en todas partes,
llenas cántaros viejos,
cuencos extraños
son baches inciertos.
Profundo me sumerjo
en esos blandos espejos
donde todavía contemplo
tu sonrisa sin tiempo.
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