lo estamos todos;
en este loco mundo
la soledad es humo.
Todo se ve,
todo se escucha,
todo se registra
en cámaras ocultas.
Pero nadie acompaña,
nadie hace nada
por ser el alma
de otra alma.
Todas son palabras
escritas en falsos muros,
se leen en breves pantallas
donde no hay ninguna magia.
Todo es un momento,
o si se quiere, metáfora,
de una reiterada búsqueda
siempre equivocada.
Por eso entre todos
no soy más que un número,
el cálculo muy oportuno
de una cuenta bancaria.
Un usuario que gasta
dinero virtual acaso,
un ciudadano modelo
de rutinaria valía.
Por eso somos fantasmas
sumergidos en cosas falsas,
que nos quitan lo bueno,
el pensamiento se apaga.
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