Nos robaron tanto,
todo lo que pudieron.
Se llevaron el oro,
la comida, el fuego.
La vida de muchos,
la de todos aquellos.
Quienes siguen vivos
en marchas de silencio.
No robaron las ilusiones,
generaciones de buenos.
Los proyectos mejores,
las utopías sin tiempo.
Pero no se roba lo digno,
lo puro, lo cierto.
No se arrebata el alma
a la tierra desnuda.
Ni se pueden derribar
las ideas más puras.
Por eso son bravos,
por eso violentos.
Si no tienen nada,
los pobres son ellos.
No conocen palabras
de alivio o consuelo.
Sólo buscan llenarse
sus arcas de dinero.
Dan pena sus valores,
lástima sus hechos.
Será acaso envidia
de lo que tenemos.
Que en tanto saqueo
nada se llevan ellos.
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