en mis manos crespas,
son parte de la herida
de una desbastada tierra.
Rosas y jazmines,
árboles frutales, jardines
cuales paraísos bíblicos
son una nada negra.
Se elevan muy arriba
hasta cielos sin fronteras,
como macabras sombras
de todo lo que era.
De esa vida digna
que contigo fue mi meta,
de todo lo que he sido
de bueno en la tierra.
Soy esa sombra simple
que sin más esencia
es llevada por el viento
del olvido como regla.
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