Mi ventana da a abril;
no conozco las flores,
sólo árboles inmóviles,
hojas secas color ocre.
Una brisa sureña llega
con su frescura y se queda
en casa a dormir la siesta,
acallando las quimeras.
No busco ninguna puerta,
me quedo con las leyendas
de que existe allá afuera
un mundo sin fronteras.
Un espacio de belleza;
se queda el dolor afuera,
los poetas son dictadores
de musicales letras.
De metáforas sorprendentes
donde todo ahí se comprende;
el alma en unos pocos versos
brilla en los papeles.
Con ese sentimiento puedo
seguir cada día escribiendo,
elevando el pensamiento
sin límites de espacio tiempo.
Mi café tiene aromas
de recuerdos viejos,
ideas que vuelan lejos
sin alas, ni miedos.
miércoles, 25 de enero de 2017
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