Me miras fijo
con la misma sonrisa
del recuerdo que tengo,
lo único que me anima.
Con palabras pausadas
de quien sabe de la vida
me das tus sabios consejos
en unas hojas amarillas.
Te busco muy lejos
donde pienso estás ahora,
en horizontes eternos
donde no termina el día.
En el agua que bebo
lentamente, sin prisa,
tengo algo de consuelo
de toda esta agonía.
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