Puede el frío
llegar despacio
a dormir el río
en su remanso.
Alargar las noches
de un cielo claro,
acortar los días
hasta agotarlos.
El sol apenas
entibia las manos
al querer en vano
alcanzarlo.
Hay algo de magia
en las siestas todas,
se esconde un milagro
que las evoca.
Por eso prefiero
esto antes del verano;
el cuerpo descansa
en la tibia casa.
La memoria siempre
trae sus mejores ropas
para llevarnos consigo
al paraíso de antaño.
Así los poetas
escriben entusiasmados
de playas hermosas
de algún verano.
De alguna preciosa
historia de amor quebrado
bajo la luz mortecina
de un otoño deseado.
lunes, 21 de mayo de 2018
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