Te volviste de repente
en el dios predilecto,
el modelo preferido
de los indolentes.
Caes bien siempre
con esa sonrisa falsa,
la mirada perdida,
la palabra exacta.
El gesto amable
de quien no siente nada,
sólo actúa un personaje,
una sombra macabra.
Estás en los medios,
eres la nota constante
de quien busca respuestas
vacías pero elaboradas.
Por suerte te conozco,
sé el color de tu alma,
los pasos que has seguido
para estar en pantalla.
No sigo tu credo
de pobres mendigos necios,
seres vacíos y muertos
sin ninguna esperanza.
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