Te vas despacio,
un poco cada día,
tu mirada, tu sonrisa,
tus manos dormidas.
Pequeña, indecisa,
sin recuerdos apenas
de lo que ha sido
acaso tu vida.
La tarde te sorprende
en pleno vuelo errante
muy alto en un cielo
de atardeceres distantes.
A la noche duermes,
entre sueños y realidades,
recitas en tus memorias
algunos poemas suaves.
En un susurro,
un suspiro constante,
como el tiempo que corre,
te lleva y no lo sabes.
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