Busco el abrigo
del sol de enero,
pero estaba dormido
en su cielo eterno.
Las hermosas flores
de la amable primavera
pero era un desierto
sin ninguna estrella.
Unas hojas secas de otoño
pero no encontré nada
más que papeles viejos
de un autor que desconozco.
Del verano la esperanza
de descansar en la costa
al abrigo de la suave sombra
de árboles de inspirada fronda.
Pero simplemente no pude
conseguir todo aquello
y me quedé perplejo
al no sentirme muerto.
Al saberme todavía vivo
sin todos los tesoros esos
pues al fin he aprendido
a aprovechar lo malo y bueno.
Por eso ahora escribo
todo lo que acaso puedo,
construyo mi propio universo
de palabras y sueños.
lunes, 10 de junio de 2019
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