Si esta noche pudiera
traer la lejana estrella
hasta mi ventana abierta
podría decirle a ella
que siempre la espera
de su amor está presente
en mi mundo de ideas.
Mis pensamientos todos
la convocan en la mirada
de todas las personas
anónimas y olvidadas
en viejas fotografías,
en pinturas detalladas
de colores y luces claras.
En cada página foliada
con números mágicos
de cifras siempre distintas,
cuales raros algoritmos
en fórmulas matemáticas
cuyos mensajes provienen
de una ciencia extraña.
En la playa encontraría
en cada grano de arena fina
la exacta milagrosa firma
de los átomos que le dan vida
al mismo universo sin paradojas,
sin esa marcada linea hacia adelante,
al caos mismo donde todo termina.
Podría dejar de ser hombre
para convertime en la perfecta
armonía única y divina del cosmos
del cual provienen los más enormes
meteoritos de luces tan veloces
como el pensamiento que poseo
al adquirir un cuerpo etereo.
Pero sólo apenas acaso puedo
cerrar mis ojos siempre inciertos
a la comprensión del demiurgo
que se hace tan árido y verdadero
como el dolor de la ignorancia
que cala hasta mis huesos.
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