No llega nunca el día,
parece que la noche fuera
una metáfora perpetua
de las horas inciertas.
La luna escondida
entre nubes lejanas
de allá arriba se burla
de mis pobres ansias.
Perversas estrellas cantan
su melódica y dulce tonada
como si me dieran esperanza,
como si les importara.
Como si en el universo bastara
que mi felicidad sea verdadera,
que mi sonrisa no sea esta mueca,
y mi vida llegara a ser perfecta.
Pero no me engaño y sigo
en silencio mi cotidiana batalla
de acortar las eternas distancias
que de la plena dicha me separan.
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