son como dagas afiladas
que hieren la piel y el alma.
Dejan maltrechos los cuerpos;
las mismas ideas y pensamientos
se desangran en hondo silencio.
La agonía crece con el tiempo
que esparce con sus recuerdos
muy oscuros sentimientos.
No importan acaso los días
de sol venideros si ha calado
la tristeza hasta los huesos.
El mar es el frío espejo
donde se sumergen los espectros
perdidos en su hondo silencio.
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