No midas el plano
de la existencia que te evoca,
ni de las luces lejanas
que a veces te nombran.
Desde el cielo extraño
de las noches remotas
caídas en el turbio pasado
de un tiempo que no retorna.
Quédate en silencio
viendo volar las muertas hojas
de los árboles dormidos
que el viento arroja.
Caen despacio, lejanas,
como las mismas palabras
que pensamos el nirvana
de un amor a cuenta gotas.
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